Verano entre mariposas. Cap. 1

Era el último día de clase, daban las notas. El miedo a suspender e ir a septiembre inundaba la atmósfera, pero se mezclaba con la ilusión de un nuevo verano que iba a estar lleno de aventuras.
Pasaban las horas y cada vez me encontraba mas tensa. 
Por fin, última hora. Era la primera de la lista y estaba insoportable, todo me daba igual, tan solo quería saber mis notas e irme a casa. Mientras, mis compañeros revoloteaban a mi alrededor dando voces, hasta que entró en clase el Ratatuille, este era el típico profesor que al hablar escupe a sus alumnos sin querer, aunque yo sigo pensando que él lo hacía aposta. Iba cargado de cosas y en el brazo derecho sostenía las notas.
Al instante todos corrieron a sentarse en sus pupitres, la tensión cada vez era más fuerte y yo sentía que se me iba a salir el corazón, pero a ese hombre lo único que se le ocurrió fue ponerse a dar el mismo discurso que nos sueltan todos los tutores todos los años:
- Bueno chicos aquí finaliza otra de las etapas de vuestra vida en este instituto, aunque para algunos no. Todos sabéis que.....BLA BLA BLA- solo escuchaba eso- Voy a dar las notas ya.
PUM-PUM PUM-PUM. Me iba a dar algo.
- Ana, toma tus notas....- el silencio inundó la clase, yo cogí mis notas, las miré y las lágrimas empezaron a recorrer mis mejillas- ......nos vemos en septiembre.
Ese día caí en depresión absoluta, y por si no fuera poco mi novio me quería dejar por mensajero:
- Ana me ha dicho Miguel que te diga una cosa...........- dijo Ricardo dándome a entender que no era nada bueno.
-¿Qué pasa?
- Dice que ya no quiere estar contigo, se siente agobiado y  tal...........
-Ah si? ¿Y no es capaz de decírmelo a la cara?
- Le da vergüenza....
-¿Cómo no le va a dar si le saco dos cabezas?-  estaba fuera de mis cabales, que se sentía agobiado JA pero si pasaba de mi......... ahora, ya podía esconderse ese que se metiera donde se metiese iba a acabar muy mal.
- Tranquilízate Ana, no se merece que te pongas así- yo ya estaba al borde de un ataque de ansiedad.
- Me da igual Ricardo, por lo menos podría haber tenido los huevos de decírmelo a la cara.
- Bueno tú ahora relájate y esta tarde te desahogas cuando lo veas- decidí contener mi rabia para echársela de golpe a mi querido Miguel- Y sobre todo ni se te ocurra llorar eh.
Esa misma tarde habíamos quedado todos para ir al cine.
Mis amigas intentaron calmarme pero fue verlo y me hirvió la sangre.
Me dirijí hacia él y descargué todo, como si de un tsunami se tratase. La discusión finalizó con una bofetada y me fui corriendo al baño a llorar.
No me podía creer que Miguel me hubiese dejado, así que opté por volver a casa y encerrarme allí durante días.
Pasaron los días y las clases de matemáticas se me iban haciendo cada vez más eternas. No era capaz de hacer nada, solo pensaba en él y en lo tonta que había sido.
Faltaban dos semanas para el campamento y yo ya había empezado a quedar con mis compañeros scouts para organizarlo todo. Uno de los días decidimos ir a la piscina y cuando ya estábamos sentados en la toallas alguien vino por detrás y se echó encima mía. Yo pensaba que era mi ex y me puse a dar gritos y a lanzar patadas al aire.
-Pensé que te alegrarías más al verme, pero ya veo que no...-dijo él mientras me ayudaba a incorporarme.
-No sabía que eras tú.......- estaba atónita, era Luna, uno de los pocos que me han calado hasta dentro y me hacen temblar a su lado-...has crecido mucho y.......ahora estas más guapo....- de repente noté como mis mejillas se enrojecían.....
 Luna era un chico........ bueno con respecto a su físico... era un chico alto, moreno y con los ojos verdes y su forma de ser era el tipico chico que va de machote con sus amigos y luego con las chicas es lo más dulce que te puedas echar a la cara.
Nos pasamos la mayor parte del día preparando el campamento, metiéndonos los unos con los otros y bañándonos en la piscina. Fue una tarde genial hasta que apareció Miguel con su panda y vino a saludar.
-Hola Ana.
_Hala- no me apetecía nada hablar con él.
- Veo que ya te has recuperado de tu depresión- dijo con recochineo y sus amigos rieron a la vez.
 Yo no sabía que decir, noté como mis ojos empezaban a llenarse de lágrimas y miré a Luna. Este al verme así empezó a hablar por mi.
- Sí y se ha recuperado muy bien, no la ves? Además se ha dado cuenta de que no mereces la pena y ahora está conmigo.
No me lo podía creer. Pensaba que había sido fruto de mi imaginación. Miguel soltó una carcajada y  sus amigos le siguieron como ovejitas.
- ¿Me esta dieciendo que eso- dijo con desprecio- esta saliendo contigo? Vamos hombre, ni en sus sueños.
- ¿Acaso lo dudas?- dije yo, y en ese mismo instante me di cuenta de que me tendría que haber callado porque Miguel sonrió de manera desafiante.
- Si es verdad que estáis saliendo, ¿por qué no os dais un beso? Para que lo podamos ver todos.
Me quedé parada mirando a Luna y me puse super roja. Él me miraba con intención de darme el beso pero  mi me daba mucho corte.
-Vamos que es para hoy!- Miguel se impacientaba cada vez más, pero en sus ojos se veía el temor a que fuese verdad y que yo lo hubiese olvidado tan deprisa.
- Que más te da. Total, yo ya no te importo.......te recuer........-Luna se me había lanzado y me plantificó un beso de los de película y yo decidí dejarme llevar. 
Miguel dijo que ya le quedaba claro que le había olvidado y que podíamos separarnos ya pero Luna y yo estábamos tan sumergidos en el beso que estuvimos así un rato, de modo que mi ex optó por alejarse como un perro con el rabo entre las piernas.
Cuando Luna se apartó de mi yo estaba llorando de la emoción y se puso rojo. 
- Ana no sabes el tiempo que he esperado este momento.
- Definitivamente eres tonto jajajaja, no te habías dado cuenta de que yo llevo el mismo tiempo que tu esperándolo?
Nos pasamos la tarde contándonos todo sobre nuestras vidas. Finalmente decidió acompañarme a mi casa y por el camino se detuvo en seco.
-¿Qué te pasa?
- Me preguntaba............si te apetecería.....
- Dios! Dilo ya! 
-Vale vale........ te gustaría salir conmigo el viernes?
- A que hora te pasas a por mi?- dije dándole a entender que era obvio que quería salir con él.
- A las seis me tienes en tu puerta. Ah y ponte guapa - dijo eso, me guiñó el ojo y se fue corriendo.